top of page

Domingo de cine: 'Crudo'

  • Wasp
  • 19 mar 2017
  • 3 Min. de lectura


‘Grave’, título original en francés de la película, nos cuenta cómo Justine afronta su primer año en la facultad universitaria de veterinaria donde con anterioridad estudiaron sus padres y actualmente lo hace su hermana.


Justine, una chica disciplinada, hija obediente, viene de una familia donde todos son vegetarianos. Pero a raíz de las novatadas que los veteranos de la facultad les hacen pasar a los de primer año, Justine descubre algo en su interior que no puede controlar y que cada vez va a más y más: su gusto por la carne cruda, y la humana.


Ahora olvida todo lo que has visto de la película en los medios, olvida su tráiler y su promoción, incluso su sinopsis… porque no tiene nada que ver.


En su ópera prima, Julia Ducournau, nos relata de una forma diferente cómo es el paso de la infancia a la adolescencia, a esas puertas del mundo adulto. Justine es una joven a la que sus padres tienen atada en corto, desde el principio de la película podemos comprobar el régimen autoritario que, sobretodo su madre, ejerce sobre ella. En una de las primeras escenas del filme vemos a Justine y a sus padres comiendo en un restaurante. Ella pide puré y sin querer le cuelan una albóndiga de carne. Cuando su madre se da cuenta le suplica que no la mastique y va a montarle el pollo a la camarera. Que sí, que tiene razón, pero la exageración es un punto clave para la película que nos muestra hasta qué punto la madre está encima de su hija.


Cuando Justine entra en la facultad nos presentan a su hermana, Alexia, personaje que cumple la función de “oveja negra de la familia”.

Justine, abrumada por todo lo que presencia en la facultad (sexo, drogas, alcohol… en definitiva un mundo del que sus padres la habían estado protegiendo meticulosamente), busca apoyo en su hermana, alguien conocido, y de forma amarga descubre que ella ya ha olvidado todo lo que le inculcaron en casa y en vez de hacerle las cosas más fáciles contribuye a que todo se le haga más cuesta arriba.


Rodeada de compañeros que no se preocupan más que por el sexo, el alcohol, las fiestas y liberar su violencia reprimida contra los de primer año, Justine va descubriéndose a sí misma; lejos del yugo parental empieza a ver quién es en realidad.


De eso trata ‘Crudo’, aunque salpicada de escenas de gore explícito, de sangre por aquí y sangre por allá.


Conforme va avanzando el largometraje la violencia aumenta exponencialmente, en paralelo al descubrimiento de sí misma que experimenta Justine. Y no violencia entre personajes, de comerse unos a otros, que también, sino violencia en las imágenes que se nos muestran de actos cotidianos en la vida de un estudiante de veterinaria.


Viendo lo magníficamente bien que ‘Crudo’ está contada no es de extrañar que se haya llevado todos los premios que se ha llevado. Ganó el FIPRESCI en el Festival de Cannes, el Sutherland Award (a mejor ópera prima) en el Festival de Londres, el premio al Mejor Director, directora en este caso, del Festival Cine Fantástico de Austin, y tres premios en el Festival de Sitges entre los que figura el de Mejor Película Europea. Casi nada; todos ellos merecidos.



Sin duda, ‘Crudo’ decepcionará a todos aquellos que vayan al cine esperando ver una película típica de gore o sufrir un desmayo como medios han dicho que alguien sufrió en el Festival de Toronto. ‘Crudo’ es un cine para padalear. De ese que hasta que no le has dado mil vueltas después de ver sabes que te han querido contar algo más pero no llegas a entender qué. Y luego lo entiendes. Y es entonces cuando una lluvia de estrellas te impide pensar en algo más que la palabra “brillante” para referirte a lo que acabas de asistir.



Brillante. ‘Crudo’ es, en toda su profunda complejidad, brillante.

Comments


Wasp

bottom of page